Si le preguntas a un adulto cuántos vasos de 8 onzas de agua debe beber al día, lo más probable es que te responda con una sola palabra antes de que hayas podido terminar la pregunta: ocho.
Ni siete, ni nueve. Ocho.
Ese es el número que se adoptó en 1945, cuando el Consejo de Alimentación y Nutrición de EE.UU. del National Research Council formuló su recomendación oficial sobre el consumo de agua. Si bien se ocultaba en una ecuación más compleja, la recomendación equivalía aproximadamente a 64 onzas por día. Además, se refería a la ingesta diaria total de agua de una persona —no solo agua pura, sino también la cantidad procedente de alimentos y otras bebidas—, pero se interpretó erróneamente en el sentido de que todo el mundo, en todas partes, debía beber ocho vasos de 8 onzas de agua pura cada día.
Esto ha sido objeto de debate durante décadas: ¿realmente necesitamos tanto?
La respuesta no es tan simple.
“Hay muchos factores que condicionan la necesidad de beber agua y el nivel de hidratación, como el tamaño corporal, el clima, la actividad y el índice metabólico, por ejemplo, de modo que la necesidad de beber agua puede variar de una persona a otra e incluso para la misma persona en distintas situaciones”, dice Paul Jacques, científico del Human Nutrition Research Center for Aging del Departamento de Agricultura de EE.UU., en la Universidad de Tufts.